domingo, 15 de julio de 2012



EL GERENTE EXCEPCIONAL ROMPE TODAS LAS REGLAS PERO TAMBIEN NECESITA REGRESAR AL ORIGEN


Tiempo atrás encontré en mi camino un libro muy interesante de C.S. Lewis; allí él decía que la humanidad ha estado tomando caminos equivocados hacia el progreso, pero que el progreso no es seguir por el camino equivocado hacia adelante, sino devolverse hacia el origen desde el lugar donde se comenzó a tomar el camino equivocado. Él escribió que eso es ser verdaderamente progresista.

Teniendo en cuenta todo esto es importante resaltar que los gerentes excepcionales han estado rompiendo las reglas establecidas por una sociedad que ha estado tomando el camino equivocado hacia el progreso. Indudablemente estos gerentes han regresado al origen tal vez sin darse cuenta. Ellos han comenzado por establecer la importancia del empleado como pieza clave dentro de la organización, dejando de lado la nueva moda de fijarse en metas, en liderazgo, en reingeniería o en los siete pasos para tener unas ventas extraordinarias. Ellos regresaron al individuo con necesidades; descubrieron que es más importante conocer sinceramente a sus empleados y sus requerimientos que estar pensando únicamente en los logros de la organización.
Por supuesto los logros de la organización son muy importantes pero ellos descubrieron que esos logros van de la mano de los empleados en primer lugar.

Sin embargo es importante resaltar que los gerentes excepcionales tienen algo particular, y es su capacidad de manejar principios fundamentales como la honestidad, la sinceridad y la transparencia por ejemplo. Un gerente que realmente no maneje principios difícilmente podrá llegar a ser excepcional. Los principios dan seguridad a los empleados porque ellos podrán estar tranquilos al saber que lo que les están diciendo es verdad. Esto forma un ambiente de trabajo tranquilo y a la vez seguro.

Pero tal vez es importante resaltar que los principios no se aprenden sino que se viven, se es o no se es una persona con principios. De esta manera podríamos catalogar a los principios como un talento, algo que se hace con naturalidad la mayor parte de la vida. Para tener principios no se puede tomar un curso, porque están arraigados a la parte íntima de nuestro ser.

Teniendo esto como punto de partida, podemos ver que los gerentes convencionales muchas veces utilizan su personalidad para mostrar a los demás algo que ellos realmente no son.
El escritor y matemático Blaise Pascal en su libro describió muy bien lo que muchas veces hace y vive un gerente promedio. El escribió: "no nos contentamos con la vida que tenemos en nosotros y en nuestro propio ser: nos empeñamos en vivir en la mente de los demás con una vida imaginaria, y por eso nos esforzamos en aparentar. Trabajamos incesantemente en embellecer y conservar nuestro ser imaginario, y descuidamos al verdadero. Y si somos serenos, generosos o fieles, nos apresuramos a hacerlo saber, para que estas virtudes se añadan a nuestro otro ser, e incluso llegaríamos a arrancarlas de nosotros para que no faltasen en la idea que los demás se forman; seríamos cobardes de buen grado para adquirir la reputación de ser valiente."

El gerente convencional desea tener un equipo que cumpla con las metas de la organización, pero no lo logra de manera natural porque los empleados ven en su propia vida un ejemplo muchas veces de doble moral. Si el gerente no tiene una vida personal que maneje de manera correcta, los empleados sentirán que únicamente les están diciendo palabras bonitas, y tal vez cumplan con los objetivos pero estarán insatisfechos al saber que su gerente no es transparente, que quiere hacer ver una vida imaginaria buena, que en realidad él no está viviendo.
La vida personal de un individuo necesariamente abarca de alguna manera el lugar de trabajo, por eso un gerente excepcional tambien debe serlo en su hogar para que todo pueda ser consecuente.

El escritor Patrick M. Morley, escribió acerca de un concepto muy importante que estamos vIviendo en la actualidad en cuanto al ascenso interminable. El dijo que vivimos en un mundo parecido a una carrera de ratas donde no se sabe quién va a ser la ganadora y mucho menos a donde quieren llegar. Él decía que el consumismo por ejemplo, que se parece tanto al ascenso interminable, hace que nosotros queramos alcanzar la gratificación inmediata de nuestros deseos. Decía que los hombres de hoy están consumidos por el deseo de comprar cosas que no necesitan, con dinero que no tienen, para impresionar a personas que no les simpatizan.

Esto llevado al nivel de nuestros empleos actuales, nos muestra ese deseo interno de escalar y escalar para alcanzar algo más allá. Sin embargo es bastante riesgoso si tenemos en cuenta que cada peldaño que subimos nos puede introducir dentro de un mundo desconocido y que podría llegar a ser fatal.
Con cada paso que avanzamos, vemos como la compañía destruye el anterior, de manera que no podemos volver a atrás a menos que nos sometamos al fracaso frente a nuestros compañeros.
Sin querer regresar pero incapaces de seguir subiendo, nos podemos aferrar al peldaño, hasta que en últimas la compañía nos empuje hasta que caigamos.

Por eso el gerente excepcional crea otras rutas de avance profesional confiriendo un prestigio significativo a todas las funciones realizadas con excelencia. Ellos crean los héroes para cada función.
Saben muy bien que cada peldaño es una competencia, y al haber menos peldaños que empleados, entonces cada competencia deja muchos más perdedores que ganadores.
Para encontrar una solución efectiva se debe definir niveles graduales de logro para cada función, tal como lo hacen los abogados desde hace mucho tiempo.

El dinero es un factor que nos motiva a todos y realmente son muy pocos los que le tienen aversión.
Esta idea permite terminar de alguna manera con el ascenso interminable a ciegas, porque se enfoca en estimular al empleado a ser mejor cada vez en lo que sabe hacer. No deja perder el talento natural del empleado, al estar ascendiendo a terreno desconocido sino que lo fortalece y lo premia.
Es un concepto bastante revolucionario porque el vendedor podría terminar ganando mucho más que el gerente, pero al mismo tiempo es bastante estimulador al premiar la excelencia de esa función.

La simple pregunta de la sensación depresiva del domingo en la noche, por el temor de regresar al trabajo el lunes en la mañana, es un factor que puede ponernos a pensar si realmente estamos o no en el trabajo adecuado.
Por esa razón es de vital importancia la necesidad de conocimiento del empleado, desde el punto de vista del gerente excepcional para que pueda ayudar a entender si el empleado necesita más conocimiento, más destreza o si definitivamente está realizando un trabajo que no permite desarrollar su talento natural.
El gran gerente ayuda a sus empleados a descubrir sus necesidades y le colabora en enfatizar sus puntos fuertes para que pueda dar cada vez más, de lo mejor que sabe hacer; pero al mismo tiempo le ayuda a encontrar las soluciones en los puntos débiles.
Lo importante de todo esto, es que no trata de querer cambiar a sus empleados sino que trabaja y saca a la luz lo mejor de cada uno.